Las personas enfermas de alzhéimer u otras demencias empiezan muy gradualmente a manifestar síntomas y cambios que casi nadie nota, mismos que a continuación se describen:
Menos energía. Se cansan con facilidad exhibiendo menos interés por las cosas.
Menos espontaneidad. Se muestran como si estuvieran apagados, casi aburridos.
Más lenta capacidad de aprendizaje de lo normal, así como de reaccionar ante las cosas, mostrándose torpes incluso para seguir indicaciones sencillas como el uso de cajeros automáticos o celulares sencillos.
Pierden con frecuencia objetos muy personales como las llaves, el bolso, el suéter o su cartera. Han perdido la capacidad de dar marcha atrás a su memoria tratando de recordar donde extraviaron el objeto personal.
Se extravían fácilmente en cualquier lugar y ya no saben regresar a casa.
Rehúyen a los extraños por no saber cómo reaccionar ante un suceso nuevo.
Son conscientes de sus olvidos y se angustian por ellos, aunque traten de disimularlos.
Se les dificulta realizar actividades comunes y esenciales como cocinar, conducir un automóvil o efectuar cálculos aritméticos simples. Cada vez son más torpes en su trabajo.
El comportamiento exhibido se confunde fácilmente con manipulación y tendemos a creer que las personas enfermas están tratando solamente de llamar la atención. Es una etapa de desconcierto ya que los enfermos tratan de ocultar sus deficiencias, logrando su objetivo la mayoría de las veces.
Cuando sus familiares les proponen ir a ver al médico para ser revisados, se oponen y se resisten, argumentando que ellos no tienen nada.
Estos 10 signos de alarma implican que la persona enferma ha perdido la habilidad de responsabilizarse de su propio trabajo, aunque lo haya desempeñado muy bien por muchos años. Y desde luego debe impedírsele a toda costa conducir un automóvil.
Es muy importante que los familiares de una persona mayor estén muy atentos, y si observan estos signos en él, o en ella, acudan al médico especialista a la brevedad, preferentemente un médico geriatra, neurólogo o internista recomendado, para que realice los estudios que sean pertinentes, porque los tratamientos médicos que producen los mejores resultados se dan justamente cuando la persona enferma está cursando por esta primera etapa de la enfermedad de Alzheimer o la demencia.
Por: M. C. Carlos Emilio Galván Garza
Co-fundador del Centro Geriátrico Sinank’ay.