Demografía del alzhéimer en México y el mundo
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Demografía del alzhéimer en México y el mundo

En el año 2000 se estimaba que el número de personas demenciadas en todo el mundo crecería notoriamente en los próximos 25 años, de aproximadamente 18 millones a 34 millones de individuos; sin embargo, dichas estimaciones se han quedado cortas porque actualmente se calcula que hay 60 millones de personas con alzhéimer, 8.1% de las cuales son mujeres y un 5.4% son varones.


En México el censo de 2020 arrojo que la población actual es de 130 millones 262 mexicanos y el Instituto Nacional de Neurología y Neurociencias (INNN) estima que ya en 2022, existen un 1,300,000 individuos que padecen alzhéimer, siendo el 60% de las personas que padecen demencia. Esto significa que en el país hay actualmente 2,080,000 personas que padecen alzhéimer o algún otro tipo de demencia. Y siendo 17,950,707 las personas mayores de 60 años en nuestro país. Esto significa que el 11.58% de la población adulta mayor padecen demencia en la actualidad, una cifra altísima.



Por otro lado, según la OMS, la esperanza de vida en México se sitúa en los 76.6 años. A nivel global, Japón se distingue por tener la población con la esperanza de vida más alta: 84 años.


Este fenómeno demográfico si bien representa un gran reto para las autoridades del país y para todos los mexicanos no debe considerarse necesariamente como un indicativo de decadencia. Antes bien, es común ver al progreso, entendido sobre todo como desarrollo humano, venir siendo aparejado por el envejecimiento.


Al desarrollo humano le interesa la educación y su utilización productiva, en donde se plantee la necesidad de invertir en las personas y buscar su bienestar integral. Además, se interesa por los medios y los fines del crecimiento, que abarquen la distribución, permitan mejorar las oportunidades de las generaciones actuales y futuras en un desarrollo sustentable. Uno de los índices para medir dicho desarrollo es la esperanza de vida que se debe combinar con otros indicadores sociales como la educación y el nivel de ingreso.


Bajo esta perspectiva, la existencia de una población envejecida es el resultado de políticas de salud y asistencia social que permiten reconocer un progreso y hasta cierta modernidad de la sociedad. Desde hace tiempo, el propio Consejo Nacional de Población (CONAPO), ha detectado el cambio en la estructura por edad que actualmente vive el país y en sus estimaciones contempla que para el año 2025, la proyección alcanzará los 19,587,219 de senectos, misma que se duplicarán para el año 2050 con 41,416,524 de adultos mayores, tomando como base el año 2000. En resumen, la transición demográfica que está teniendo lugar la sociedad mexicana es tan considerable que la proporción de 1 adulto mayor por cada 14 personas que existió en el año 2000, se transformará en 1 de cada 6 en el año 2025 años y en 1 de cada 4 en el año 2050.


Por todo esto, si bien es cierto reconocer el progreso y su relación con el envejecimiento, es de suma importancia planear acciones al respecto que permitan eliminar buena parte de esa vulnerabilidad que es común encontrar en la tercera edad.


Sin embargo, es lamentable ver que las autoridades están haciendo muy poco por crear instituciones públicas especializadas en el adulto mayor dependiente, y están dejando todo el peso de la responsabilidad en las instituciones privadas como es el caso del Centro Geriátrico Sinank’ay que desde hace 25 años vio la necesidad de crear una institución que apoyara a los familiares que tienen un integrante adulto mayor que se sale fuera de su control, distinguiéndose en este aspecto los pacientes que padecen alzhéimer u otras demencias. los cuales requirieren de cuidados muy especializados para su adecuado manejo y de esta forma proporcionarle tanto una buena calidad de vida al enfermo como a su familia.


Así como las autoridades combatieron el COVID-19 con gran eficiencia y evitaron que la calamidad se convirtiera en una catástrofe, así se debiera combatir el alzhéimer y las enfermedades demenciales; sin embargo, esto no es así pues el alzhéimer es una pandemia silenciosa.


Por: M. C. Carlos Emilio Galván Garza

Co-fundador del Centro Geriátrico Sinank’ay.

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