La enfermera geriátrica y el cielo
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La enfermera geriátrica y el cielo

¡Algún día todos seremos viejos!

La Madre Teresa de Calcuta, una persona que irradiaba esa alegría de dar y recibir como

nadie, dijo estas inspiradas palabras en una ocasión:

Todos anhelamos el cielo donde está Dios, y tenemos en nuestras manos el estar en el cielo con Él, en este mismo instante. Pero ser feliz con Él ahora significa:


Amar como Él ama,

Ayudar como Él ayuda,

Dar como Él da,

Servir como Él sirve,

Rescatar como Él rescata,

Estar con él las veinticuatro horas,

Tocarlo en su angustioso disfraz

(de anciano demenciado).


Siendo la Madre Teresa enfermera, no es raro que estas palabras describan con claridad el

invaluable trabajo de una enfermera entregada, cuidando a enfermos y heridos con

abnegación, respeto, comprensión y cariño.

Y en este siglo XXI, ellas jugarán un papel fundamental prestando sus servicios de manera

especial a uno de los sectores más vulnerables de la sociedad: el adulto mayor dependiente y enfermo. Una labor que realizarán las enfermeras geriátricas.

Desempeñarse como enfermera es una labor muy servicial, loable, aunque como enfermera geriátrica tiene un matiz especial:

La ternura y el amor que se siente por el anciano dependiente y con frecuencia

demenciado, en su angustioso disfraz, es indescriptible. Las palabras de la Madre Teresa

se hacen vivas. Una probadita del Cielo.

Bien hizo el Dr. José Castro Villagrana, director del hospital Juárez y de la Escuela

Nacional de Medicina, en instituir un día, desde 1931, para festejar a tan nobles

trabajadoras.

Cada seis de enero celebramos con júbilo el día de la enfermera. ¡Felicidades!

Consideramos que el día de la enfermera debe ser motivo de festejo para toda la población,

en muestra de gratitud por los invaluables servicios recibidos de su parte.


DIRECCIÓN DEL CENTRO GERIÁTRICO SINANK’AY




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