La depresión mayor es una de las enfermedades más comunes en la actualidad, teniendo una prevalencia en México de aproximadamente el 4.5% en las mujeres y del 2% en los hombres de la población adulta.
Además, se reporta en el 20% de los pacientes que inician con enfermedad de Alzheimer, motivo por el cual, es común que sus familiares piensen que el paciente en lugar de padecer Alzheimer, padece de depresión, ya que dentro de los síntomas clave para la depresión se encuentra la falta de ánimo y la falta de interés en las actividades habituales.
Algunas presentaciones de la depresión se manifiestan por falta de apetito, aislamiento social, insomnio e irritabilidad que son cambios francos del comportamiento del individuo, y sobre todo fallas de memoria, dificultad para concentrarse y tomar decisiones que bien pueden confundirse con una demencia inicial.
No es raro que desde hace 20 años se empezó a utilizar el término “PSEUDODEMENCIA” para referirse a los pacientes viejos que presentaban una baja cognitiva importante y que mejoraban con antidepresivos.
Debido al significativo aumento de la prevalencia de la demencia en la población adulto mayor y a la enorme variedad de demencias y pseudodemencias que existen, cada vez es más importante que los médicos realicen diagnósticos diferenciales atinados.
A este respecto, deseo mencionar al paciente P. que llegó al Centro Geriátrico Sinank’ay en octubre del año 2000 con un diagnóstico de Alzheimer y ¡32 medicamentos! y después de 5 meses de tratamiento e irle retirando los medicamentos paulatinamente, ¡sólo se quedó con uno: risperdal!; pero lo más sorprendente de todo es que el paciente había recuperado totalmente su lucidez mental. Desde luego, no se trataba de un milagro, sino de un error en el diagnóstico: el paciente padeció de una depresión mayor.
Después de varios meses de tratamiento en Sinank’ay, manejo geriátrico y gerontológico incluyendo a la familia. El Sr. P volvió a integrarse a su núcleo familiar y a sus actividades normales.
Comentario: Caer en la polifarmacia es muy común en el paciente geriátrico. El Sr. P fue valorado y prescrito por 7 médicos especialistas distintos - 7 el número de hijos del Sr. P.- y cada uno lo llevaba a un médico diferente.
La falta de comunicación entre los familiares es frecuente debido al desgaste físico y emocional al que se someten ante un diagnóstico de demencia, situación que en muchas ocasiones los lleva paulatinamente a la desintegración familiar total.
Dra. Rosa Carvajal García
Máster en Gerontología Social Aplicada
Directora Médica del Centro Geriátrico Sinank’ay
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